Creado en 2016 tras la fusión de los municipios de Cerdedo y Cotobade el concello actual ha conseguido mejorar todo lo relativo a la gestión administrativa y económica de ambos territorios y beneficiarse de la mejora de infraestructuras y servicios al conseguir sumar casi 6.000 habitantes. Situado a poco más de una veintena de kilómetros de Santiago de Compostela esta antigua tierra de canteros, hace alarde de un patrimonio arqueológico y arquitectónico excepcional con iglesias románicas y pequeñas capillas, puentes medievales como el de Pedre y el de Andrade, numerosos cruceiros e importantes petroglifos, de la Edad de Bronce, como el de Pedre y Augasanta, repartidos por sus paisajes típicamente gallegos de montañas suaves, valles profundos y ríos caudalosos jalonados de hermosos bosques de ribera. El río más importante es el Lérez, que atraviesa parte del territorio y constituye una fuente importante de biodiversidad, forma parte de la Red Natura 2000, que contribuye a garantizar la preservando de sus hábitats naturales y especies emblemáticas como la nutria, el murciélago, la curruca montesina y el alcaudón.
Sin duda, el patrimonio natural de este municipio es uno de sus mayores legados, ofreciendo actividades como senderismo, ciclismo de montaña, caza, pesca en ríos trucheros, avistamiento de aves, fotografía y montañismo. Además, dispone de amplios espacios de ocio con áreas recreativas, robledales, miradores y piscinas fluviales. El municipio cuenta también con una ruta homologada por la Federación Gallega de Montañismo, el PRG-68 en Viascón, con una longitud de 19 km.
La economía de Cerdedo-Cotobade es predominantemente rural, con la agricultura y la ganadería como principales actividades, junto al sector forestal, debido a la gran cantidad de bosques. En los últimos años, el turismo rural ha ido ganando relevancia gracias a los paisajes naturales, el patrimonio histórico y la tranquilidad del lugar.
Las fiestas patronales y las romerías son parte esencial de la vida social del municipio. Destaca la feria de la parroquia de Cuspedriños que se celebra el último domingo de mayo y rememora la vida a mediados del siglo pasado, con presencia de productos artesanales y gastronomía local en un ambiente que invita a vestirse como en los años 50-60. También se exponen razas de ganado autóctono.