Situado en el sureste de la isla de Mallorca, el municipio de Campos es conocido principalmente por su entorno natural de gran valor ecológico, ya que dentro de sus límites se encuentra el Parque Natural de Es Trenc-Salobrar de Campos, un espacio protegido que abarca una parte importante de su litoral y que es altamente valioso por su singularidad ecológica.
La localidad de Campos, situada tierra adentro, a unos nueve kilómetros del litoral, es el centro administrativo y cultural del municipio. Este pueblo destaca por su arquitectura tradicional, caracterizada por calles estrechas y sinuosas, así como por sus edificaciones de piedra y casas con portales típicas del estilo mallorquín. De su patrimonio arquitectónico destaca la Iglesia de Sant Julià, un templo de inspiración renacentista construido sobre una iglesia del siglo XVI, época de la que conserva algunos elementos arquitectónicos.
Además de Campos, el municipio incluye otros núcleos de población como Sa Ràpita, situado en la costa, de gran atractivo turístico debido a su cercanía con playas de arena fina y aguas cristalinas. Otro núcleo importante es Ses Covetes, una pequeña población que también contribuye a la esencia del municipio y que se encuentra próxima a algunas de las playas más conocidas de la villa.
Entre los elementos que conforman el paisaje de Campos se encuentran los antiguos molinos de viento, símbolos del pasado agrícola de la región y característicos del paisaje rural mallorquín. En su entorno natural, uno de los principales atractivos es la playa de Es Trenc, conocida por su arena blanca y sus aguas de color turquesa, un entorno costero que representa la esencia de las playas mallorquinas y que es uno de los puntos turísticos más valorados de la isla, junto al Arenal de Sa Ràpita también de gran valor natural.
En tan privilegiado entorno no podían faltar las aguas termales que surgen abundantes en el Balneario San Juan de la Font Santa, actualmente reconvertido en un complejo de bienestar cinco estrellas.
El turismo en Campos tiene un carácter diferente al de otras zonas de Mallorca, ya que ha logrado mantener su esencia mallorquina, más auténtica y alejada del turismo masivo. Esto se refleja en la oferta de alojamientos rurales, restaurantes que sirven cocina tradicional y actividades relacionadas con el ecoturismo y el senderismo, manteniendo así un equilibrio entre la vida tradicional y la apertura al turismo.