NUEVO Villa Termal de Arnedillo

Las ermitas que se alzan en los alrededores de Arnedillo, conforman un recorrido natural conocido como la “ruta de las ermitas”, vías circulares que las enlazan, ofreciendo además un buen número de miradores al meandro. La más cercana y accesible es la ermita de San Andrés, cuyo mirador puede ser destino en sí mismo y ofrece una buena panorámica de la localidad.

La ermita es un edifico barroco del siglo XVIII, realizado en mampostería y con una sola planta rectangular dividida en cuatro tramos. En el primero de ellos se encuentra un pequeño retablo rococó de 1770 con imágenes de San Andrés y San Blas, y sobre el altar una imagen de la Virgen del Pilar.

Está declarada de Interés Turístico Regional, y en su entorno se celebra la tradicional “Procesión del Humo”, en donde los vecinos queman romero al paso de San Andrés, conmemorando la curación por la intercesión del santo de una epidemia de viruela negra que azotó la localidad en 1888.

Construida a principios del siglo XVI sobre una iglesia gótica anterior, esta iglesia presenta un pórtico y un coro alto que fueron añadidos a finales del mismo siglo o inicios del siguiente, mientras que la sacristía y la parte superior de la torre corresponden al siglo XVIII. Realizada en sillería con muros de un metro de espesor, la estructura cuenta con tres naves de igual altura, cubiertas por bóvedas de crucería estrellada sobre arcos apuntados y pilastras redondas, tanto exentas como adosadas.

En su interior, destaca el retablo mayor renacentista de 1560, dedicado a San Servando y San Germán, así como los retablos barrocos laterales dedicados a la Virgen del Carmen y a San Joaquín y Santa Ana. También resalta una talla románica del siglo XIII, procedente de la ermita de la Virgen de Peñalba, a la que se le cortó la cabeza, siendo restaurada en el siglo XVIII, además de un órgano del siglo XVII, con añadidos de los siglos XVIII y XIX.

A lo largo de su historia, la iglesia de San Servando y San Germán ha experimentado diversas modificaciones y restauraciones, debido a daños ocasionados por guerras y terremotos. Fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento el 28 de junio de 1984.

Esta construcción medieval, cuyos orígenes se remontan al siglo X, se encuentra estratégicamente situada en lo alto de un escarpado cerro, dominando el río Cidacos. Su ubicación respondía a fines defensivos, formando parte de una línea de fortificaciones diseñada para proteger el territorio riojano de posibles invasiones musulmanas.

En su historia, fue residencia de verano de los obispos de Calahorra y, posteriormente, sirvió como cárcel para clérigos rebeldes. A mediados del siglo XIX, era conocido como el “castillo Lombera”.

Construido en sillarejo y mampostería, aún se conserva una torre de planta cuadrada, una muralla que la conecta con las rocas del monte y el inicio de otro muro. Además, en la base del cementerio adyacente, se encuentran vestigios de antiguos muros que podrían haber pertenecido a la antigua fortaleza.

Durante el año 2021, se realizaron obras de conservación para estabilizar y restaurar varios elementos que se habían deteriorado con el tiempo.