Termalismo

El Culto al Agua

El termalismo es una actividad con una tradición milenaria, un método terapéutico constatado desde hace miles de años.

 

El culto al agua y por tanto el conocimiento de sus virtudes terapéuticas tiene unos orígenes muy antiguos, pero es en la antigua Grecia donde se fundan y estructuran los primeros centros médicos con aguas termales. De hecho la palabra terma viene del griego Thermos (calor).

 

El uso curativo del agua termal se menciona por primera vez por Filóstrato (historiador griego) en relación a los guerreros aqueos que de vuelta de la guerra de Troya se sometían a una terapia que consistía en sumergirse en aguas termales, llamadas Baños de Agamenón.

Explendor y resurgimiento

Con el esplendor de la civilización romana, el termalismo antiguo alcanzó su máximo nivel. En las antiguas villas romanas los baños se llamaban balnea o balneum y si eran públicos thermae o therma. Los baños tenían una función no sólo curativa, sino que se convirtieron en centro social clave de la vida cotidiana de los romanos.

 

Durante la Edad Media declinó la tradición del uso de las aguas termales. Sin embargo, tuvo gran importancia la cultura del agua en la civilización islámica. Hay que esperar hasta los siglos XVIII–XIX para constatar un resurgimiento de la tradición termal en la sociedad. Con el florecimiento de la burguesía en España resurge el termalismo y se recuperan termas de la antigüedad.

 

Fernando VII en el siglo XIX crea la figura del médico-director de baños y, con el auge del higienismo, se pone de moda entre la clase social alta pasar temporadas vacacionales en balnearios.

Turismo integral

Hoy en día el termalismo no es sólo un destino termal, sino un destino turístico integral que ofrece salud, cultura, naturaleza, ocio y gastronomía.

 

Los municipios termales generalmente se encuentran en espacios naturales del interior con una gran tradición e importante patrimonio cultural, y tienen el valor añadido de poseer aguas exclusivas declaradas de utilidad pública.